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Cultura

Un año después del Pregón del Verdeo que entusiasmó a los arahalenses

Modesto Barragán
Fue un flechazo…
La noche, la imponente fachada  del Santo Cristo, los niños, la música, tu música, tu silencio, tu compás, tu mirada cómplice, tus risas, mis recuerdos de un soberao de pueblo,  tu ilusión, mi pasión, tus manos, tu cercanía…
Lo mío contigo en aquella noche inolvidable de septiembre fue un flechazo certero que me dejó prendado y ahí sigo, feliz, encandilado, con el pecho henchido, pendiente de tus deseos, de tu llamada,  de tus manos cogeoras…  ¿Qué habría sido de mí sin ti esa noche? Y sobre todo: ¿qué habría sido de mí si no me hubiera dado cuenta de que me empezabas a entregar tu corazón? No hay dicha mayor que la del amor correspondido y  yo llevo un año en el paraíso, disfrutando de tu acento, de tus mimos, de tus caricias.
Digo yo que algo tendrían que ver  nuestra radio, Radio Paz y la ilusión de tu rostro en los escolares, y en Darío…  Y el aliento en la lejanía de nuestro jóvenes emigrantes, las melodías de Pepe Segura y Pedrito, y Godino, su imprenta y su tertulia, y el espíritu de Manuel Rodríguez… Y Algo a buen seguro fraguarían también tus aliños, y el Churrasquito con  Silverio el mazaroco, Pepe Amodeo y el Bar Los Quinteros, y el espíritu de los Pavón, la música de los  Los Glotones,  los viejos Tajara, Ezequiel el afilaor, y  hasta  el  añorado chupachups…
Y mis reinas, las que desnudaron tus blancas calles para mi: Carmen Gonzaléz,  Reme Ramírez,  Chavalote, Encarnacion Núñez, Antonio Rodríguez y  Esther Marín…Y Antonio Montes, y el preludio del gran pluma de Paco Correal, y la magia de los profesionales del Centro Andaluz de Danza, y el traje que me prestó Manolo Humanes.
Entre todos tiraron la flecha y salió a borbotones mi palabra en forma de pregón interactivo, comprometido y directo al corazón. Desde entonces, soy uno más de la partida del niño de Arahal, pidiendo dignidad para nuestra juventud y respeto a los olivos viejos que dan verde a mi Andalucía. Desde entonces, a este locutor de pueblo que trabaja «para servirles» le gusta despedirse con un «¡A recoger las del suelo que nos vamos!».
NOTA: El vídeo contiene todos los agradecimientos a quienes lo hicieron posible.
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