Sociedad
Juan F. Caballero, nominado a los premios Buena Gente de Huelva
Juan Francisco Fernández Caballero no imaginó que recalaría en Huelva. Y tras dieciocho años de vida personal y profesional por estos lares sus vibraciones parecen indicar que se quedará aquí. Le encanta este lugar y su gente.
Periodista, preside además la asociación de este significativo gremio en la capital onubense. Tal responsabilidad, sin embargo, no es la que le sitúa en en el protagonismo de estas líneas, no. Hoy hablamos con él sencillamente porque es buena gente. Y lo es, además, con el ‘agravante’ de ser nominado a los premios Buena Gente de Huelva en la presente edición.
Tímido y amable, discreto y reservado, Juan F. parece que no quiere molestar. Pero esta actitud introvertida se descubre como una virtud porque cuando interviene lo hace aportando algo sustancial. Y además tiene sentido del humor. Así lo percibimos y así nos lo corroboran numerosos amigos y compañeros que se sienten muy afortunados al relacionarse con él.
Quizá la bondad de su madre, Isabel, haya sido extendida en el tiempo como legado a través de Juan. Ausente -falleció-, la señora Caballero está presente sin duda en esa forma que tiene su hijo para contribuir a la felicidad de los demás. Más allá de los genes, le enseñó -como nos señala Juan- los principales valores que hoy conforman su vida, la solidaridad, la paciencia, el esfuerzo y el amor por la familia, entre otros tan valiosos como la igualdad, la prudencia y la referida bondad.
El campo
Nuestro entrevistado nació en la localidad pacense de Castuera. Un origen muy de campo. Su padre, Antonio, se dedicaba al pastoreo de ovejas. Es el más pequeño de cinco hermanos, de los que uno -Antonio- falleció hace diecinueve años en un accidente de tráfico. Mari Carmen, Ana y Manuel son sus otros hermanos, que se dedican a actividades profesionales que no tienen nada que ver con la de Juan.
Nos cuenta que su infancia transcurrió en el campo, literalmente. «Al ser mi padre pastor vivíamos en un cortijo de nombre Castillejos, en el término municipal de Valencia de las Torres (Badajoz). Para garantizar mi educación estuve interno en varios colegios, lo que permitía estudiar sin tener que ir y venir a diario desde el campo. Primero en mi pueblo natal en el Colegio Público Joaquín Tena Artigas, viviendo de lunes a viernes en una residencia de monjas, la ‘Escuela Hogar Nuestra Señora del Buen Suceso’. Luego en el Colegio Público Félix Rodríguez de La Fuente de Constantina (Sevilla). Y a partir de sexto de la EGB en el CEIP Fernando Alvarado de Valencia de las Torres, esta última etapa, ya viviendo en la finca Castillejos, no en un internado«.
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