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Cultura

Un pregón lleno de razones y vivencias de un hombre «sencillo y servicial»

Un pregón lleno de razones y vivencias de un hombre «sencillo y servicial».

Para que un pregonero llegue al corazón del público debe tener razones, pero sobre todo vivencias. Buen verbo, llevar parte del alma de un comunicador y recuerdos que son siempre únicos, de una vida de hermandad. José Carlos Mena cumplía con ellas, al igual que lo han hecho pregoneros anteriores y ha sabido utilizar con elegancia cada uno de estos recursos para ponerlos a disposición del pueblo, su pueblo.

Arahal se rindió ante el verbo elegante de José Carlos Mena

Y así lo describió el presentador Germán García González, pregonero de 2019, anunciado oficialmente en ese mismo acto. Como se describe sólo a los amigos, con cariño y admiración. El pianista recordó que estábamos en la víspera de la Pasión, días que han vivido ambos desde el más arraigado de los sentidos, el de la fe de sus familias.

El pianista Germán García González fue el presentador y pregonero de la Semana Santa 2019.

Por eso situó a José Carlos Mena en la calle Consolación ‘donde ha crecido’ e interpretando ‘Dios te salve Santa Cruz’, momentos de Hermandad que quedan en los rincones de la memoria. Contó lo que ya sabía quien conoce al pregonero, un hombre ‘sencillo y servicial con firmes convicciones cristiana, siempre dispuesto a colaborar’, dejó su impronta en cada artículo que escribió para el Boletín, antesala quizás de parte de este pregón, pasos que han conformado un camino que lo ha llevado hasta el atril del Teatro Municipal.

Y este fue el lugar que puso a su disposición el presentador diciendo: ‘Esto está aquí ya querido poeta y pregonero, tuyo es el atril y enfrente Arahal’.

Empezó el pregón

Y así fue como empezó un pregón de vivencias, poesía conjugada con una narrativa propia de quien cada día está seguro de tener mil posibilidades para la dicha. A penas se le notaban los nervios al pregonero, por eso desde el principio se lanzó a la yugular del público con unas palabras en las que desgranaba imágenes de un pueblo olivarero que se prepara para su Semana de Pasión.

Ya en la primer levantá hizo un guiño al público y recibió la primera de las ovaciones. ‘Todo me lleva a ti… a la estrechez de tus callejas, a la emoción que trae el tiempo, al silencio prendido en Veracruz, a la intimidad en Dr. Gamero, a la madrugada en la Victoria, a los detalles en Espaderos, a los ritos en Plaza Vieja, a las Monjas y su convento; a la luz en Corredera, a la oración por San Pedro, en Madre de Dios una rosa, y por Serrano un limonero, a las campanas por San Roque y por Sevilla, el terciopelo’.

No fue la única, porque el pregón siguió desgranando imágenes vividas cada año y en la que todos se reconocieron. Así fueron pasando los estrenos del Domingo de Ramos, la madre planchando la túnica e hilvanando ‘las raíces profundas de un legado digno de elogio‘, la luz especial de la primavera, encendida ‘con su paleta de colores. Todo para formar ‘el ajuar de la memoria’ porque ‘cada año parece lo mismo pero nunca es igual’.

Sueño hecho realidad

Y no hay mejor manera de llegar al corazón de quienes ponían oídos al pregón que hacerlo a través del diálogo certero de personas que existieron o pudieron existir, seguro.

Así apareció en este guión Antonio y María, para recordar que en tiempos pasados pocos formaban hermandad y el trabajo apenas se repartía. Un sueño de entonces cumplido en la actualidad, cuando las hermandades están tan organizadas y cumplen con su función social de llegar hasta donde se las necesita. El pregón iba dedicado a ello, a todos los que dedicaron parte de su vida a crear los cimientos ‘por su paciencia y dedicación’.

Por esta senda ha seguido el pregonero sus pasos, en ambiente de hermandad ya consolidado, siendo testigo en las últimas décadas de la historia que engrandeció al Semana Santa de Arahal, como la llegada de ‘la borriquita’ de la mano de la Hermandad del Santo Entierro. Y volvió el verso para describir la luz del Domingo de Ramos, ‘Domingo de Luz, sendero y vida, tiernas miradas repletas de ilusión, ramas de olivo, palmas y devoción, entrada triunfal, de fe conmovida’.

Del Domingo de Ramos a la Madrugá para ver el peregrinar del Nazareno, ‘la sombra de las paredes, el relente recogido en los rezos0’, todo en medio de una noche en la que, sin duda, se descubre la ‘Luz hecha Madre, María, dolor y cetro, que caminaba despacio, sin prisas, racheando dulzura, fervor y embeleso’. Entonces llegó el verso para el costalero y el pregonero gritó ‘¡Vamos a detener el tiempo!

José Carlos Mena, pregonero Semana Santa 2018.

Mortaja y tierra

Y el pregón cobró sentido, cuando José Carlos Mena contó y cantó desde el alma de su abuela el único ruego que dio sentido a su vida, en los días en los que una enfermedad de las que muerden con mala sombra, apareció en su cuerpo de niño, ‘la fortuna con su dedo frío, de mortaja y tierra’.

Fue en ese justo momento, en el que la voz se le quebró, intentando no salir para que siguiera contando. La emoción de sus padres en el patio de butacas se unió a la del resto de asistentes. Y no fue para menos: ‘¿Por qué me haces esto? ¿Por qué precisamente ahora? ¡No ves que es sólo un niño! ¡No lo ves, mi fiel hacedora!’ Su abuela rezó, rogó, suplicó a la Virgen que se la llevara a ella, porque para su nieto ‘aún no había llegado su hora’.

La Virgen puso su mano y cambió también la congoja en las palabras de este pregón, para convertirlo en más hermoso si cabe. Llegaron los vientos de juventud, años en los que comenzó la exaltación que hoy pone un punto y a parte a su vida cofrade, entre pabilos y mudás (nombre de dos tertulias recordadas, origen de estos pregoneros jóvenes).

Caridad en su mirada

Aún quedan líneas para más recuerdos cuando llega el Cristo de la Hermandad del Santo Entierro, ‘abatido el hombre y su hermosura’. Y en este ir y venir, también queda lugar para la prosa que exalta la imagen de La Piedad, Virgen de la Veracruz. ‘No había palabra escrita, ni expresión ni verbo, para describir la sensación de estar ante aquella mujer devastada, por la muerte del cordero‘.

Y entra en la recta final para desgranar parte de los recuerdos que lo llevaron en sus juegos al patio de la iglesia del Santo Cristo, como a tantos y tantos niños del barrio que no conciben el pasado sin estas piedras y tampoco el futuro sin su belleza quieta.

Por esta razón sabe que el Cristo de la Misericordia sobrevive en su memoria por ‘la caridad de su mirada’. Por eso, llegan cada viernes cientos de súplicas buscando la compasión de una imagen que lleva en su espalda el ‘peso de la pasión’ y en su piel marcada las heridas de este ‘mundo de apariencias’.

Y ¿qué decir de su Madre? Vuelven los recuerdos de aquel niño enfermo que aprendió a rezar a esa Virgen de la Misericordia, ‘bálsamo de los afligidos, valedora del necesitado, protectora de los caídos’.

Y llegó la Esperanza

El pregón no podía acabar sin convertirse en redoble de tambor para anunciar lo más sentido y vivido. José Carlos Mena cantó a su Hermandad Sacramental de la Esperanza, aquella que lo vio nacer y en la que se le perdonan las ausencias.

A solas con su Virgen de las Angustias y su Cristo crucificado se despide porque llegó el Viernes Santo. Ya las palabras del pregonero se postran ante la ‘muerte herida’ porque, a pesar de todo, incluso de los recuerdos, estas imágenes son las que lo han acompañado en su andadura.

Aquí quedó ya a los pies del público, ofreciendo su creación más preciada, la familia que es ‘oración perpetua’. Y la narrativa va acabando con un canto al futuro y un compromiso de seguir en la misma senda. A espera de ‘tu bendición Padre Mío’, sentenció.

Rubén Jurado, músico de la Banda de Música Municipal, recibe el aplauso del público por su solo de saxofón interpretando ‘Mi Amargura’.

Un momento del pregón.

Fotos: Pitagorasfotos.

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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