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Cultura

El andar cofrade de un Domingo de Ramos luminoso

 

El paso de la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén hizo el recorrido acompañado por numeroso público y con el calor de la música de la Banda Nuestra Señora de la Victoria

 

A. SOLANO/C. GONZÁLEZ

Fotos: Claudio MARTINEZ

Domingo de Ramos. Cinco y media de la tarde y se abren las puertas del templo, el antiguo convento, ahora iglesia, de San Roque que alberga el paso de la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén, cofradía dependiente de la Hermandad del Santo Entierro. Bajo un sol más que primaveral, casi 30 grados de temperatura, los costaleros no sólo ponen a Jesús y su comitiva en la calle, sino que lo plantan de una sola chicotá a unos 100 metros dentro de la calle San Roque.

 

Primer tramo de recorrido de esta cofradía. La calle San Roque recibe a Jesús de Nazaret con los balcones adornados, palmas y colgaduras rojo sangre. La tarde acaba de empezar y, recién comenzado el recorrido, una de las primeras levantá la hace el pregonero de la Semana Santa 2015, Rafael Martín que espera junto a su familia para ver esa “blanca hermosura” que versó en su pregón.

Unos 130 nazarenos, con túnica y capirote blanco y adornos en rojo. Ropa que reluce gracias a la luz de la tarde, el calor se hace presente y, a poco de empezar, los más pequeños piden agua. Las madres y padres solícitos, caminan cerca o al lado para cuidar estos menesteres. Domingo Ramos de estrenos, de tacones que pelean por aguantar esos sufridos adoquines de cada una de las calles por las que avanza ya la Cofradía.

Primer esquina

Después de la calle San Roque, vendrá un tramo de Felipe Ramírez donde el paso se encuentra con su primera esquina. Ya saben cómo se las gastan estos costaleros de Arahal, sobre todo a poco salir del templo y con la añoranza de un año de espera. “Juliooooo, derecha alante”, repetía Antonio Bueno o José Manuel, ambos capataces del paso.

La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Victoria lo dio todo y más. Es su único acompañamiento en la Semana Santa de Arahal, imposible hacerlo mejor. A cada marcha, desde Alma de Dios hasta In Memoriam le imprimieron su carácter de gran banda. Ya venían con la “boca calentita” de Castilblanco, según contaban a esta web ellos mismos, donde tocaron detrás de la Borriquita de esta localidad. El público a su paso se deshacía en elogios, “cómo suena en la primera tarde de Semana Santa”, decía un padre que sostenía en brazos a un bebé indicándole a dónde exactamente venían los tambores.

Poco a poco, marcha a marcha, llegaron a la zona de la iglesia de la Victoria, entrando por calles estrechas como final de Doctor Morillas, La Tahona, Ascensión Martín hasta llegar a IV Conde de Ureña. La iglesia de la Victoria se fundió con los estandartes y la Cruz de Guía en las fotos, y el paso entró en la calle del mismo nombre respirando por su anchura que continuaría en la calle Plaza de la Corredera.


La fe mueve montañas. En la misma puerta de la iglesia Nuestra Señora de la Victoria la plegaria se convirtió en levantá para pedir por un bebé enfermo que, en ese momento, su padre ponía delante del paso. Posiblemente el niño sólo vio multitud y ruido, pero el padre miraba con ojos de súplica a la imagen de Jesús mostrando cuál sería su único consuelo. Los costaleros se lo llevaron al cielo, del tirón, con la fuerza renovada por el motivo de la levantá. Allí quedó el deseo, que seguro entró por las puertas del templo cercano para así poder resguardarse en sus altares.

 

Costaleros de Arahal. Foto: A.I.

 

Camino de vuelta

En la Corredera ya saben todos que van camino de vuelta, sobre todo a partir de que pasen por calle Veracruz. Antes otra levantá en honor al padre de uno de los costaleros, Antonio Vera, que en esos momentos estaba dentro del paso. Sus compañeros apoyaron con su fuerza la subida de Jesús “hasta tocar el cielo”. A esa hora la tarde comenzaba a caer. La Plaza de la Corredera estaba llena como pocas veces se puede ver en días normales del calendario. Aquel que fuera centro del pueblo, ha quedado como lugar de paso ante el crecimiento de barrios con su propia autonomía de ocio y de compras. Aun así siempre será el centro.

Antes incluso de llegar a la misma puerta del Ayuntamiento, las campanas de la iglesia de la Veracruz ya tocaban para recibir a Jesús. Dentro, el Cristo del Amor ya lo acoge los brazos de La Piedad, la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Veracruz espera solemne en la puerta. Los costaleros, una vez más, siguiendo los toques de la marcha «In Memoriam», guían el paso hasta pisar suelo sagrado, dentro del mismo templo. Tanto la entrada, como la salida, se muestran una vez más como obra de gracia de estos capataces que se convierten en 70 ojos tapados por las trabajaderas y el faldón del paso.


Las emociones a esta hora se vuelven cada vez más sentidas. A unos pasos de salir del templo de la Veracruz, una nueva levantá, ésta en honor de José Segura Medina, el Maestro que dejó huérfanos a sus músicos de la Victoria para esta Semana Santa. Su hijo fue testigo del honor que los costaleros de Arahal hicieron a Pepe, siempre Pepe. 22 grados marcaba el termómetro de una farmacia cercana. Estamos ya en la esquina con Espaderos, antigua calle comercial por excelencia.

Una calle, esta última con un solo tramo que lleva directamente a Monjas, por donde el paso roza ventanales y en los que el público insiste en ponerse en las aceras, para sentirlo más cerca. Ya no hay motivo para pararse junto a las puertas del convento Nuestra Señora del Rosario, cuyas puertas permanecen cerradas a la espera, según cuentan, de la nueva orden de frailes de la Cruz Blanca. Pero, de momento, permanece vacío; no hay rezos, no se perciben sombras detrás se las celosías, aunque, con un pequeño esfuerzo, aún se presientan a quienes habitaron estos anchos y antiguos muros.

Encamina ya el paso por la calle Sevilla que también recibe a las imágenes con colgaduras de fiesta. Último tramo del recorrido, las fuerzas aún acompañan y al templo llegan por calle San Roque todo el gentío que la viera ya en la Corredera. En la retina queda la imagen de esta calle, con el atardecer anaranjado de fondo, parece verano.

El templo ya está abierto para recibir a las imágenes de vuelta. Azoradas las caras, de plena satisfacción por el recorrido que no se repetirá hasta dentro de un año. Al fondo, cada vez más fuerte, se oye ya la música de la Victoria, que acordes con más sentimientos, cuántas notas han dejado atrás estos 80 músicos o quizás más. La tarde los ha dispersado y ahora ya tienen que acabar.

Es la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén. Ahí viene, pero los costaleros no quieren entrar todavía en el templo, no quieren abandonar los acordes que durante cuatro horas los han acompañado. Por eso dejan el último esfuerzo entre las rejas de San Roque, en la misma plaza. Aquí lo tienen, camino de la muerte pero con la dignidad del que vivirá por siempre.

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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