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Paradas

Durante tres días en Los Galindos, cuatro muertos y una desaparición

Los galindos 38 años despues

CUARTA PARTE

C.GONZÁLEZ

Los cadáveres del quíntuple asesinato de los Galindos fueron apareciendo poco a poco, en distintas horas e, incluso, días. De manera que las especulaciones sobre quiénes eran los autores de los hechos fueron cambiando por horas.

Los cuerpos de José González y Asunción Peralta no aparecieron en un primer momento. Es decir hasta el momento que llegaron las autoridades judiciales, sólo el cuerpo de Juana Martín yacía muerto en un charco de sangre dentro de un dormitorio con dos camas pequeñas. Ildefonso Arcenegui, estudiante de Medicina entonces, hoy médico en Marchena, fue el que descubrió que el reguero de sangre que salía del cortijo y que había visto ya medio pueblo, llevaba hasta cerca de un árbol, cuya cuneta albergaba el cuerpo escondido de Ramón Parrilla. Serían las siete de la tarde o quizás un poco antes.

La familia de José González seguía buscando a su hermano y a la mujer con el convencimiento de que estaban en el campo de alguien pero de paseo o bañándose.

Ildefonso sigue observando el lugar. Ahora centra su atención en el cobertizo donde ardía la paja con un fuerte olor a gasolina. Se concentró en el almiar y seguido por su vista o su intuición comunicó a las autoridades judiciales que arriba del montón de paja (a esa hora había bajado por los efectos del fuego) había algo. Le hicieron caso y subieron hasta esa zona del pajar utilizando de escaleras uno de los portalones del remolque que había en el lugar.

Primero vieron el cuerpo casi calcinado de José González, un poco más hacia el interior había otro cuerpo. “Eran como dos trozos de carbón”, comentaron. Pasaban las once y media de la noche, la familia de José González ya sabía el lugar dónde había estado todo el tiempo su hermano y su mujer. El horror crecía.

Sobre esa hora, llegan al cortijo los propietarios, Gonzalo Fernández de Córdoba y su mujer, Mercedes Delgado y Durán. Hasta ese momento, se habían descubierto cuatro cadáveres, el de la mujer del capataz, Ramón Parrilla, y el matrimonio formado por José González y Asunción Peralta. Sólo faltaba uno: Manuel Zapata, el capataz.

Entre las pruebas halladas encontraron el coche de José González en el lugar y dentro apareció el arma homicida, una escopeta de caza, y una chaqueta.

Búsqueda de Zapata

La Guardia Civil inicia entonces una búsqueda de Zapata ente el convencimiento de que se había vuelto loco, había cogido la escopeta y había matado a esas cuatro personas. Durante tres días se mantiene esta versión y un miedo atroz no solo en el pueblo de Paradas sino en su comarca. Nadie salía ni a la puerta de la calle, la actividad disminuyó hasta tal punto que las puertas permanecían atrancadas y el calor se aguantaba dentro de las casas sin dejar entrar apenas el aire fresco de la noche.

Durante esa búsqueda, prosiguió la reunión de las pocas pruebas que habían quedado y la toma de declaración de los testigos. Durante la mañana de los hechos, la única persona concreta que pasó por el cortijo fue un vagabundo que andaba por la zona. Llamó a la puerta sobre las once de la mañana y, según cuenta, lo atendió un hombre “vestido de campo”. Pidió algo de comer y se lo dieron, se marchó del lugar y no vio nada más.

Una joyera tenía cita antes del mediodía con Juana Martín, la mujer del capataz. Pero la entretuvieron más de la cuenta en Paradas, por lo que no fue. Podía haber sido otra víctima del Crimen de los Galindos.

En este compás de espera y consternación en el que se preguntaban dónde podría estar Zapata y qué la habría ocurrido para llevar a cabo esta masacre, hubo otro sobresalto. Apareció en un olivar cercano un hombre ahorcado, la noticia llegó al cortijo, donde se encontraban las autoridades judiciales antes que el viento. Fueron al lugar, pero era una falsa alarma porque la identificación del cadáver no fue positiva, es decir no era Zapata.

Uno de los errores del caso

En esos tres días, los medios de comunicación de la época ya se habían hecho eco de la noticia. A pesar de que la investigación proseguía en el cortijo, un periodista de TVE y algunos reporteros gráficos de medios sevillanos como ABC, entraron en las dependencias sin ningún tipo de impedimento. De hecho, incluso desconectaron el frigorífico para enchufar el equipo de televisión y el cable se quedó en el suelo.

De hecho, las únicas imágenes que existen, a parte de las de la investigación, del interior de la vivienda son las realizadas por estos medios. Hoy en día esto no hubiera pasado y fue uno de los principales errores del caso, no precintar el lugar para que las pruebas se recogieran con las garantías adecuadas en casos de este tipo.

Manuel Zapata apareció el día 25 de julio, a primera hora de la mañana. Hay testigos que aseguran que en el lugar donde lo encontraron, en la parte de detrás del cortijo junto a un árbol y cubierto de paja, no había nada tres días antes. Entre estos testigos estaba Manolito, el Municipal, que contó hace años a los medios de comunicación que precisamente en ese lugar orinó y no vio nada.

QUINTA Y ÚLTIMA PARTE

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