Sociedad
De Sevilla a Colombia ayudando a víctimas en contextos diferentes
Raúl Álvarez Pérez (Arahal, 1972), experto en el campo de la Sociología y Trabajo Social, lleva más de 20 años echando a andar proyectos de ayuda a colectivos y realizando líneas de investigación para distintas administraciones dentro y fuera de España
C. GONZÁLEZ
Arahal (Sevilla)
Trabajar en el campo de la Sociología puede ser tan intenso que hay que meterse en el ojo del huracán la mayoría de las veces. Es lo que le ha pasado a Raúl Álvarez Pérez (46 años), un arahalense que lleva más de 20 años montando proyectos sociales y realizando estudios para los ha tenido que viajar a sitios tan inhóspitos como los barrios más conflictivos de Medellín (Colombia), donde ha sido testigos de situaciones extremas reflejo de años de guerra, en las que las principales víctimas son mujeres y niños.
Quienes vivieron los primeros años de la Asociación de Ayuda al Drogodependiente de Arahal, saben que Raúl Álvarez fue uno de sus impulsores. Pero este joven es, sobre todo, inquieto y, una vez estuvo montada y funcionando la asociación, siguió su camino. Es trabajador social y ha realizado estudios en toda las áreas de Políticas Sociales, tanto Sociología como Política Social Aplicada.
Actualmente trabaja dando clases y elaborando estudios para la Universidad Pablo Olavide en exclusividad. Se ha especializado, cuando el tema aún no era actualidad, en participación política de personas mayores. «Ahora salen en todos los medios de comunicación los mayores manifestándose, cuando empecé a estudiarlos para el Proyecto Fin de Carrera, la mayoría de la gente pensaba que estaba loco». Aunque, en realidad, fue un visionario porque se hizo experto antes de tiempo en un campo que hoy día está de «moda». Y si no, sólo hay que echarle un vistazo a la participación de jubilados en las últimas manifestaciones que han batido todos los récord, reclamando subida de pensiones.
Investigaciones con los GRUSE
En la actualidad está elaborando, junto con su equipo, una investigación para un programa de la Consejería de Salud que se denomina GRUSE (Grupos Socioeducativos en Atención Primaria). Se trata de trabajar con mujeres con problemas psicosomáticos, de mediana edad, que forman parte de un modelo familiar patriarcal, sostenedora de esa familia pero sin reconocimiento alguno.
Este grupo de mujeres, suelen suponer para la Sanidad Pública un gasto importante en medicamentos. «Tienen un grado importante de medicalización, se convierten en dependientes a los fármacos», explica Raúl Álvarez, que lleva dos meses trabajando en estos grupos. El objetivo de su investigación es ofrecer herramientas para acabar con estos patrones de comportamientos. «Hay evidencias de que las interacciones entre mujeres reportan más beneficios que la medicación».
Pero Raúl cada verano da el salto a otro país para trabajar en proyectos de investigación de un mes. Por ejemplo, el que lo ha llevado el año pasado a Colombia para realizar una investigación del conflicto armado, financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación para el Desarrollo. Cuando esto ocurre tiene que enfrentarse a situaciones muy duras. En este caso, después de más de 40 años de conflicto, el estudio se centra en la situación actual de las mujeres. «Para ellas el conflicto ha tenido una doble consecuencias, por ser víctimas y por ser mujeres’, cuenta.
Analizan la situación durante un mes, han realizado al menos 50 entrevistas a mujeres en el barrio más problemático de la ciudad y otras 10 a líderes de organizaciones de apoyo a las víctimas. Entra en estos lugares siempre guiado por ONG como ACNUR, que trabajan en la zona, de lo contrario sería muy peligroso. Aun así, en esos días vive situaciones complicadas.
«Allí todo es intenso emocionalmente porque accedemos a barrios de Medellín muy deteriorados, tomados por bandas. ACNUR tiene acuerdos con estas bandas ya que se trabaja con víctimas, pactan horas y trabajamos vigilados’, explica Rául. En estos lugares tiene que entrevistar a personas, sobre todo mujeres y niños, que han sido mutiladas, violadas, torturadas, «están en un grado de pobreza y exclusión social en los que yo nunca he trabajado».
Por esa razón, Raúl Álvarez llega a Sevilla «tocado» y valora su entorno más que nunca. «No me asusto fácilmente cuando se trata de trabajar con víctimas en un contexto europeo, pero nada que ver con lo que allí encuentro». Aunque después del viaje le cuesta desconectar, quiere seguir con estos proyectos de investigación en los que casi desaparece emocionalmente hablando para volver con la sensibilidad del sufrimiento pegada en la piel.
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