Arahal
Juan José Cintado, el barrendero de Arahal que se ha hecho viral por hacer bien su trabajo
Juan José Cintado Lobato (45 años, Arahal) es peluquero pero la vida lo ha llevado a realizar todo tipo de trabajos, algunos de ellos precarios. Ha sido cuidador, repartidor de comida, ha trabajado en las campañas de recolección de diferentes tipo de fruta, operario en una fábrica de carne de pavo, jardinero y, desde junio hasta diciembre, forma parte de la plantilla del área de Limpieza del Ayuntamiento de Arahal.
No es famoso, nunca ha llamado la atención ni ha sido protagonista de un reportaje hasta ahora. Todo porque una vecina de Arahal (la misma que escribe estas líneas) subió a sus redes una entrada en la que lo felicitaba por su trabajo. En el barrio en el que vive, que forma parte del recorrido que hace de lunes a viernes Juanjo, se ha notado el esfuerzo que hace por mantenerlo limpio. Todo aparentemente normal, excepto la repercusión que ha alcanzado este comentario de felicitación: 1.552 me gusta, 45 comentarios (todos positivos), 125 veces compartido y casi 300 mil visualizaciones.
Lo ha contado Carmen González en El Pespunte. El día que se publicó el comentario, Juan José cuenta que entró a desayunar y las mujeres de una mesa contigua no paraban de mirarlo. “Me pareció raro porque me miraban y señalaban”. La respuesta la obtuvo pronto, después de que lo llamara un amigo para indicarle lo que habían dicho de él en las redes. “Creían que te conocía o que eras amiga mía, pero no es así, al menos hasta ahora. Y no sabes lo que agradezco que se reconozca mi trabajo”. Y desde aquel día no paran de darle la enhorabuena por la calle, en las tiendas y los bares. «Me acharo porque me da mucha vergüenza ser protagonista por sólo intentar hacer bien mi trabajo».
Calles y personas mayores
Comienza a las seis de la mañana su trabajo, se ocupa de mantener limpia una amplia zona de Arahal, desde la esquina de la Cruz de la Cava, en su salida para la carretera de Villamartín, a la barriada de La Lais donde está el parque de bomberos. Varios barrios se entrecruzan en esta zona que él bien conoce porque es donde se ubica también el asador de pollo donde trabaja unas horas repartiendo comida cuatro días en semana, desde el jueves. Y va solo, con su carro de basura y una escoba. A veces, apaña una caja de cartón para recoger de todo de jardines y arriates, pesa menos que ir con el carro a todas partes.
“En esta zona viven muchas personas mayores que me agradecen que les barra la puerta. Cuando salen a primera hora, ya está limpia. Y se sienta en los parques por lo que, al menos donde los alrededores los repaso a primera hora”, cuenta. La mayor parte de los comentarios que dejaron en las redes destacando la manera de trabajar de Juanjo, diminutivo con el que se le conoce, fueron similares, de gente que lo conocía de toda la vida, como ocurre en los pueblos. Y otra parte había caído en su presencia por el trabajo realizado en las calles. “Me gusta hacer las cosas bien, aunque cueste más”, dice. Y, lo mejor, intenta educar en la limpieza a los vecinos que encuentra a su paso.
“Hay vecinos que se sientan en los ventanales de un supermercado que hay en la calle Málaga y dejan las latas de cervezas y todo lleno de colillas. Y yo voy para decirles cómo pueden hacerlo y así tengo menos trabajo”, explica el barrendero. Porque la falta de limpieza en Arahal, como ocurre en muchos pueblos y ciudades, está proporcionalmente relacionada con la falta de educación y civismo. Los lunes para quienes forman parte del servicio de Limpieza, son los peores días. Parques y jardines con merenderos y sillones amanecen llenos de papeles, latas, restos de comida en el suelo, a veces, a un metro de las papeleras.
Famoso
Esta misma semana, el Ayuntamiento de Arahal ha denunciado un vertido de gran cantidad de basura en el recinto ferial, espacio que llevan unas semanas arreglando para la celebración de la próxima Fiesta del Verdeo. “He estado también en esa zona limpiando y me felicitaban las mujeres que van a andar muy temprano por lo limpio que estaba”. No es la primera vez que felicitan a Juan José Cintado por hacer bien su trabajo, aunque nunca haya tenido tanta proyección.
“Sólo puedo agradecer este detalle. Me han llamado amigos de Marchena y Morón de la Frontera que han estado en clase conmigo para decirme que me he vuelto famoso”. Y apenas escarbas un poco en la vida de Juan José, averiguas que es el menor de seis hermanos y pertenece a la familia apodada en Arahal como “los melones”. Su madre, Encarna, también fue una mujer muy trabajadora, cómo si no iba a sacar a la familia adelante. Una familia que se agrandó con la llegada de tres nietos que tuvo también que criar.
Juan José ayudó en el cuidado de sus sobrinos. “Con 14 años, mi madre me dio ya obligaciones. Tuve que dejar de ir al colegio para hacerme cargo de mis sobrinos y de la casa”, mientras ella salía a trabajar para “llenar el frigorífico”, como él mismo dice. Años después, este arahalense anónimo, como tantos vecinos de los pueblos de la provincia de Sevilla, intenta mejorar su futuro estudiando. “He sacrificado muchas cosas en mi vida pero ahora estoy satisfecho conmigo mismo, saco adelante los estudios y el trabajo”, dice.

Sueños y trabajo
Tiene la mitad del Grado Medio de Auxiliar de Enfermería, le faltan cuatro asignaturas para terminarlo. ”Se me da bien el trato con la gente, ayudarlos. Y eso me lo inculcó Encarna (su madre, así la llamaba). Siempre me decía: un plato de comida y un vaso de agua no se le niega a nadie”. Y recuerda que en las barriadas más humildes en las que ha limpiado en Arahal, como la Plaza de las Flores, «me daban agua fresquita» para combatir el calor.
Su trayectoria profesional lo llevó a trabajar cuatro años en un centro de belleza de Mairena del Aljarafe hasta donde se desplazaba desde Arahal. La pandemia de covid provocó su cierre y el despido del personal. De todas formas a él le vino bien porque, para entonces, ya había tenido dos accidentes, uno detrás de otro, que acabaron con la falta de movilidad en la pierna izquierda, rotura de tibia y peroné). “El primero fue una caída en casa, pisé mal y me fastidié la pierna. Aún no me había recuperado del todo y, repartiendo comida, un coche me dio un golpe”. Pero de momento no le impide trabajar, a fuerza de tener mucho cuidado: “Cuando voy a coger aceitunas, me envuelvo la pierna derecha con esponjas para no dañarla más”.
Y, viéndolo recorrer las calles con el carro de barrendero, parece que no se le nota que esa pierna ni siquiera puede terminar de doblarla. “No puedo hacer un trabajo mal hecho porque no estoy a gusto. Hoy (martes de esta semana) he pedido la sopladora para limpiar los arriates del final de la calle Madrid, estaba comidos de papeles y botellas”. Y Juan José enseña los brazos llenos de heridas por intentar sacar toda la basura de entre los rosales plantados. Hoy, cuando El Pespunte ha quedado con él para hacerle la foto, “bajaba la cuesta del final de la calle Morón, quitando la misma basura de los arriates de la zona.
Una manera de ser grande
En una sociedad donde destacan influencers que no han hecho nada importante en la vida, donde protagonizan portadas de medios de comunicación políticos por engañar y decir mentiras y muchas otras personas intentan a diario salir del anonimato realizando acciones que no aportan nada a la sociedad, hay vecinos que trabajan duro para prestar un servicio, dentro de administraciones o empresas, en áreas como la salud, las infraestructuras, el cuidado del medio ambiente, la seguridad…
Juan José Cintado Lobato, desde su humilde condición de barrendero, da una lección y demuestra que no hay una forma única de ser grande. Por eso, al menos hoy, El Pespunte, cuyo lema es “Porque tú eres información”, ha querido contar una parte de su historia.
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