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Salud

Los polvorones: una historia de amor-odio

Jorge Jaldón, dietista/nutricionista.

Ya tenemos las Navidades aquí, y eso se nota en el ambiente: las luces, los mercadillos, los belenes y… los mantecados, polvorones, garrapiñadas, turrones, mazapanes, alfajores, pestiños. Todo este festival de dulces típicos puede causarnos empacho con solo pensarlo.

Y es que, por un lado, nos encanta esta época del año porque estos dulces están muy buenos y por eso los comemos, pero, por otro lado, sabemos que se nos puede ir de las manos, y esto se puede traducir en unos kilitos de regalo. Luego llega enero y vuelta a empezar con los propósitos de retomar los hábitos saludables.

Relación amor-odio con los polvorones

Eso de querer comerte un polvorón, pero no saber parar y luego venir otro y luego otro más, puede ser un problema que te hará sentir tan incómodo que incluso llegará un momento en el que si te lo comes no lo disfrutes, porque piensas que no deberías estar comiéndotelo. Y este es el problema, no el polvorón, sino la relación amor-odio con la comida.

Entonces, ¿me como el polvorón o no me lo como?

La decisión de comerte o no el polvorón sólo depende ti, tú eres quien decide. Pero antes de tomar la decisión hazte una pregunta:

¿Me apetece realmente el polvorón?

Si la respuesta es tajante: “si me apetece”, entonces hazlo y disfrútalo, se consciente de lo que estás comiendo, tómate tu tiempo, saboréalo y busca todos los matices que puedas encontrar, olvídate de prejuicios o de juicios de valor de si “debería o no comérmelo”, ésta ha sido tu decisión y es la más acertada que puedes tomar. Al actuar de esta forma probablemente un sólo polvorón te habrá sabido a gloria y no necesitarás coger otro.

Si la respuesta es del tipo: “realmente no me apetece, pero ¿por qué no comérmelo?”, “yo lo cojo y luego ya veremos”, “si estamos en Navidad habrá que comérselo”, “¿por uno (detrás de otro) qué va a pasar?” … No te rías, que más de una vez habrás pensado esto. Es entonces cuando estás actuando con hambre emocional, y no con hambre real o lo que es lo mismo, el polvorón te ha poseído como si del anillo de Frodo se tratara.

4 claves para no sucumbir a la “posesión” del polvorón: (Seguir leyendo)

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