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Cultura

Argentina y su pasión por la música: «Me enamoré del flamenco»

Llámalo flamenco, llámalo verdad, llámalo pasión… Argentina respira el género por cada poro de su cuerpo desde que, con tan sólo 3 años, escuchara los primeros acordes en una academia de baile.

Aunque de bailar, poco: “era muy patosa; me quedaba más con las canciones que con los pasos”. Su profesora, con un enfoque tan analógico como visionario, amenizaba sus clases trayendo a su amigo guitarrista y, ella misma, cantaba a sus alumnas: “ahí me enamoré del flamenco y se despertó en mí la ilusión por ser artista”, reconoce la onubense.

Treinta años, seis álbumes y dos nominaciones grammys más tarde, está “más metida que nunca”. Inmersa en finalizar su nuevo disco, que verá la luz esta primavera, la cantaora se desmarca de todo lo que ha hecho anteriormente, “porque va a haber otros géneros”, desde el flamenco al son y la salsa, donde estos se funden naturalmente, como si para ella no hubiera ya otra forma posible de hacer y de fusionar el flamenco.

Un viaje lo originó todo. Era mayo de 2019 en la Habana, Cuba. Restaurante La Vitrola. De esas veces en la que vives un momento mágico llevado por la naturalidad del devenir de las cosas. Como de costumbre, tocaba allí el Grupo Evolución y, de imprevisto y sin ensayarlo, Argentina y la banda interpretaron el tema «Idilio», alineando sus voces con su sentir flamenco y cubano, dejando que la música se apoderara de ellos.

Un momento que quedó grabado en vídeo para dinamitar las redes sociales alcanzando las 9.4 K reproducciones: “Pensamos que iba a gustar mucho en redes, pero no para que se hiciera viral”.

La cosa “se fue de las manos”. En el sentido literal, porque esta versión la han hecho suya miles de personas alrededor del mundo que, todavía, 4 años más tarde, aplauden esta versión de Tití Amadeo popularizada por Willie Colón: “La gente me mandaba vídeos cantando en los que hacen la versión de mi versión” (Se ríe). Yo le puse ese punto flamenco, lo llevé a mi terreno; incluso, la gente que no conocía la canción, pensaba que era mía”, concede.

¿Cuál es el secreto del éxito? La canción es pegadiza y sencilla, “para que todo el mundo la cante”; pero, realmente, “nunca sabes dónde está la llave para dar en el corazón de la gente”. No obstante, Argentina les ha dado de lleno. Sus fans le pidieron que grabara la canción y, dicho y hecho: se metieron en un estudio de grabación con el grupo musical Son de Cuba y cuando terminaron de grabarla, se dijeron que no podía quedarse solo en una canción, “debemos hacerlo disco”.

Ralentizado por el paso de la pandemia, este proyecto discográfico ha sido uno de esos que se cocinan a fuego lento, y que se ha ido nutriendo con singles como Que alguien me diga o la Candela de Lola. Para seguir dándole forma, han vuelto hace unos meses a Cuba, “donde empezó todo”. Aprovechando la sinergia con músicos cubanos, han grabado 4 temas más para este disco en los estudios Abdala: “Estuve allí todo el tiempo con los ojos y oídos abiertos para aprender de los músicos cubanos; que aunque jóvenes, son grandísimos artistas”.

Además, cuando volvió a visitar el restaurante donde se viralizó Idilio, se reencontró con la vocalista del grupo (Indira), así como con turistas que pasaban por allí curioseando y, “cuando me vieron allí, se echaban las manos a la cabeza”, concede aún perpleja.

De ese tiempo a esta parte Argentina es otra, siendo Cuba el punto de inflexión: “se ha abierto una puerta, yo he entrado y es algo maravilloso… Nos hemos metido en un mundo precioso en el que no dejo de aprender”.

El son cubano le ha venido de forma natural. “Para un cantaor flamenco interpretar géneros como el son cubano o la salsa le cuesta mucho menos que la propia música que hace. Porque el flamenco tiene mucha complejidad a la hora de expresarlo; cuando te metes en los cantes más profundos de queja y dolor, hay que transmitir mucha profundidad y pasión; hay que hacerlo muy realista, muy de verdad para llegar al corazón de la gente”, nos cuenta.

En su última colaboración con el cantautor cubano Pancho Céspedes, Dónde está la vida, sintió una sinergia que surgió también de una forma espontánea: “estuve todo el tiempo jaleándolo con oles… Yo le decía: Pancho, tú eres flamenco, tú respiras flamenco, tú eres muy andaluz. Todos los cantaores flamencos te admiramos por tu forma de interpretar tan parecida a la nuestra”.

Esa misma pasión por el flamenco se la inculcado a su hijo Miguel (4) desde que estaba en la barriga: desde alegrías, seguidillas, hasta el fandango de Huelva, ese palo al que ha dedicado vasta parte de su trayectoria musical bajo el inicial mecenazgo de Amparo Correa.

Y es que Argentina respira, siente y suena a Huelva: “El fandango lo tengo tan interiorizado que me sale por los poros de la piel”. Una sensibilidad artística de la que ha sido embajadora tras su paso por las américas, descubriendo las posibilidades de canalizar en un mismo curso dos géneros musicales.

Pero sobre todo, la cantaora reivindica con su música el patrimonio inmaterial del flamenco desde un rincón de Europa llamado Huelva, donde el género se fragua con una luz especial.

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