Cultura
La empleita, un arte popular para quienes aborrecen el plástico
Manuel González Rodríguez a sus 71 años trabaja con la palma y sigue realizando quincanas, canastos, espuertas, bolsos, huevera, escobones, macacos.
C. GONZALEZ
Foto: C. RAMÍREZ
Manuel González Rodríguez está sentado en el salón de su casa, rodeado de palmas para empleitas. Ahora está haciendo macacos, es la temporada de verdeo. Trenza la empleita desde que era “un muchacho”, un entretenimiento que se ha convertido en un arte apreciado por quienes aborrecen los bolsos de plásticos para llevar comida o para echar las aceitunas.
Este arahalense tiene 71 años, 7 hijos e hijas, y 8 nietos, un huerto donde cosecha grandes calabazas para repartir entre su familia. Su jubilación la vive entre empleitas, ratos en el huerto o sentado viendo la televisión con la faena a medio terminar, un macaco, una quincana, un bolso para las hijas o nietas, una espuerta para las aceitunas, una huevera.
Manuel tiene las manos recias, después de haber estado toda una vida dedicada al campo. Se crió en el cortijo La Agonía, al que se llega por la Vereda de Utrera porque su abuelo era el casillero. Y fue allí donde empezó a aprender este arte. “Antes era una forma de entretenimiento para los que trabajábamos en el campo”, dice.
La empleita no sólo entretenía sino que era la forma artesanal de hacer con un material natural, conseguido en las veredas, objetos muy prácticos y resistentes donde llevar por ejemplo la comida (quincana), echar la aceituna cuando se verdeaba (espuerta), envolvían los cántaros para mantenerlos frescos, o recogían los huevos de los corrales (hueveras). Hasta protección para jaulas de pájaros perdices y escobones.
Las hojas de palma se dejan secar y después Manuel González, sentado viendo la televisión, comienza a trenzarlas realizando tiras largas para dar forma a cada canasta. Estas tiras las cose con el mango de una cuchara cortado, doblado y agujereado en forma de aguja, desgastado por el uso. Mueve la mano con destreza hasta que poco a poco va tomando forma cada obra.
El tiempo ha dejado estos objetos en el desuso pero Manuel González sigue con su tarea. Después de anunciar en las redes sociales un adelanto de este artículo, los comentarios han sido en apoyo a esta práctica casi en desuso y han salido más personas que practican el arte de la empleita en Arahal realizando artículos incluso para exposición.
La proposición de los lectores es que se hagan cursos para que no se pierda una forma de tejar las palmas y hacer objetos prácticos.
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