La verdad sobre el hombre de la sábana santa, según Marvizón

Crónica de la Conferencia: Julio Marvizón.  Iglesia de Santa Clara de Marchena, Hoy sábado 7 de junio a las 21 horas. Exposición: La Sábana Santa, misterio y ciencia. Capilla de San Lorenzo. Marchena.  Hasta el próximo 14 de junio. Horario. 20:00 a 22:00.

JAS.-La imagen del hombre de la Sábana Santa es resistente al calor y al agua ya que ha sufrido incendios y ha sido rociada con agua para apagarlos, sin afectar a la imagen. No aparece trazo de pintura alguna. Los productos químicos conocidos, tampoco le afectan.

Además es un negativo fotográfico pero solo en su parte frontal. son las principales conclusiones de la conferencia pronunciada hoy por Julio Marvizón en Santa Clara de Marchena. 

Según numerosos científicos que la han estudiado, citados hoy en una conferencia por Julio Marvizón que lleva pronunciadas más de 700 c0nferencias al respecto y ha escrito libros sobre el tema,  la imagen desaparece a medida que nos acercamos, sólo se ve desde lejos, por la carencia de los perfiles. La imagen solo afecta a la tela  superficialmente.

El hombre de la Sábana Santa mide 1.80, es musculoso, tiene 36 años, no 33 como se cree popularmente, ha sido flagelado y coronado de espinas. En la Síndone aparece toda la nuca llena de sangre, con evidencias de tener una corona de espinas, no como representan los Cristos procesionales, sino a modo de casco, que se clavaba en toda la cabeza.

“Toda la nuca está llena de terminaciones nerviosas y venosas, y cada vez que la corona diera contra el travesaño de la cruz, provocaba un dolor muy intenso” según Marvizón.

Julio Marvizón hoy en Marchena

La cruz tampoco es como se creía hasta ahora. Jesús sólo llevó sobre sus hombros el patíbulo, nombre dado al travesaño horizontal, mientras que el vertical o estipe permanecía clavado en el monte Calvario, la misma para todos los ajusticiados.

El hombre de la sábana presenta la cara hinchada por un golpe con un palo, probablemente, de los alguaciles sanedritas en el pómulo derecho, no una bofetada.

Además presenta evidencias de haber sido flagelado por el método romano, recibiendo más de 120 golpes de látigo con dos puntas de acero para desgarrar la carne, hasta la pérdida de conocimiento. “Normalmente no sobrevivían, hay constancia documental solo de dos casos. Uno duró dos días y otro dos semanas”.

La espalda es un verdadero mapa de éstos golpes. “Pero los verdugos fueron muy hábiles para no golpearle el corazón que le causaría la muerte antes de tiempo”.   Como hecho curioso la Síndone muestra una cola de pelo largo en la espalda, según la costumbre judía.

Modelo de Miñarro sobre la Sábana Santa

En la Síndone también aparecen el resto de los clavos pero no en la palma de la mano, sino en la muñeca y pies. El clavo oprime el nervio mediano y provoca que se doble el dedo gordo.

La cusa de la muerte, en el tramo final es por asfixia, según las evidencias de la Síndone. “El dolor de los clavos de los pies es tan fuerte que al apoyarte sobre ellos te caes, al caerte te apoyas sobre los brazos” explicó Marvizón. Por eso aparecen los pectorales y dorsales contraídos. Para respirar necesitaba levantarse sobre los pies, con gran dolor. Entre 20 y 45 minutos es lo que pudo haber aguantado en la cruz, según los estudios.

“Quebrar las piernas era la mayor obra de caridad porque no podían levantarse para respirar, y moría rápidamente asfixiado. El peor castigo era no quebrarle las piernas, y ponerle un apoyo en los pies, de esta forma la agonía se podía prolongar una semana” dijo el experto. La pierna derecha aparece doblada por el rigor mortis, con la planta del pie pegada a la cruz y luego al sepulcro y la otra ligeramente levantada.

Por último, Marvizón dedicó esfuerzos en desmentir la teoría del Carbono 14 que para la ciencia desacreditó la veracidad histórica de la tela, señalando la dificultad planteada por los científicos en hacer la prueba de forma creíble teniendo en cuenta la contaminación de la tela. Señaló todos los puntos débiles de la prueba del C-14 para concluir con su certeza personal, fuera ya de teorías científicas, que de acuerdo a sus creencias religiosas, la sábana presenta el verdadero rostro de Jesús.