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Trampantojos del poder

Foto: periodicodigitalwebguerrillero.blogspot.com

Urko Lerechundi

Según el diccionario de la Real Academia Española trampantojo es una “trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es”. En el ámbito de la pintura  “es una técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado y otros efectos ópticos y de fingimiento, consiguiendo una realidad intensificada o substitución de la realidad”. El término también es usado en el mundo de la cocina para hacer referencia a algún producto elaborado que finge o simula ser otra cosa que en realidad no es.

En la Política el Poder ha hecho uso de los trampantojos desde sus orígenes. Los faraones egipcios o las dinastías reales siempre han recurrido a los trampantojos para justificar y defender su estatus superior, sobrehumano. Se justificaba su poder por ser descendientes de los dioses o designados como sus representantes en la Tierra. Si nos acercamos mucho más en la Historia el gran genio de los trampantojos modernos fue Joseph Goebbels, ministro de  propaganda del régimen de Adolf Hitler. Sus teorías y conocimientos sobre el control de masas no cayó en el olvido tras la derrota nazi; fueron estudiadas y aplicadas por el régimen soviético de la URSS y por EE.UU. Podríamos decir que fue un auténtico “community manager” de las redes sociales de la época. Recomiendo buscar “Goebbels” en Wikipedia y leer los  principios que aplicó este personaje según el experto en psicología política y de control de masas, el Dr. Leonard W. Doob, Profesor Emérito de Psicología de la Universidad de Yale en su artículo Principios de la Propaganda de Goebbels. Cualquier parecido con la actualidad no es coincidencia.

Dicho todo esto, afirmo que lo que ha rodeado a los actos, manifestaciones y declaraciones producidas tras el atentado contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo son parte de un gran trampantojo político. Resumiendo y simplificando: no ha habido un ataque a la libertad de expresión. Como suele decirse coloquialmente, esta afirmación puede sonar un poco heavy pero voy a tratar de explicarme.

Una de las caricaturas de Charlie-Hebdo.

Como en muchos casos y ocasiones es conveniente ir a los orígenes para saber discernir de qué estamos hablando. La semilla de lo que hoy conocemos, y nuestras normas jurídicas reconocen, como libertad de expresión se encuentra en el Cisma de la Iglesia Católica (siglo XVI: 1501-1600) que dio lugar a la aparición de las iglesias y organizaciones denominadas protestantes. Los motivos centrales eran las críticas al Poder y las formas de ejercerlo por parte de Papa, especialmente con respecto a sus pretensiones  de dominio sobre toda la cristiandad.

La expresión más cercana de lo que hoy conocemos como libertad de expresión es el producto del pensamiento liberal burgués del siglo XVIII que surge en contraposición a la arbitrariedad de los gobernantes del Antiguo Régimen (las monarquías absolutas anteriores a la Revolución Francesa de 1789). Los gobernantes disponían y hacían lo que les venía en gana (impuestos, decisiones políticas y militares) sin tener que dar explicaciones o rendir cuentas ante nadie (no existían los parlamentos sino las cortes, formadas por nobles, clérigos y “enchufados” de la época). Se trataba de conseguir, a través de la libertad de expresión, que existiese un control y un modo de criticar y denunciar las arbitrariedades del Poder.

La relación entre la libertad de expresión y la libertad de palabra o de prensa es muy estrecha: “Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, decisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes”. (Artículo 371 de la Constitución Española aprobada por las Cortes de Cádiz en 1812, más conocida como La Pepa)

Si hacemos un breve análisis de los contenidos expuestos observamos que hay, al menos, dos elementos comunes, fundamentales y esenciales que justifican la aparición y desarrollo de la libertad de expresión: 1- El derecho a manifestar críticas hacia quienes ostentan el Poder y las formas en que lo ejercen; 2- El derecho a que el Poder no interfiera (censure o impida) esas manifestaciones críticas.

El Poder

¡He aquí el meollo de la cuestión!: el Poder. El Poder es el Estado y sus instituciones: el poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Fiscalía o las televisiones públicas. Hablamos del Poder legítimo, democrático, que se ejerce porque los ciudadanos cedemos parte de nuestra soberanía en favor de una organización política, de una comunidad en la que nos organizamos para no vivir bajo las “leyes de la selva” o estado de naturaleza que dirían desde la filosofía política. El Estado nos protege pero al mismo tiempo deben existir mecanismos para que nos podamos proteger del uso arbitrario y abusivo del Poder que les hemos otorgado. Ese es el equilibrio. Sin equilibrio lo que hay es abuso y propaganda. Recomiendo la lectura de la novela “1984” de George Orwell (el del Gran Hermano original).

Lo ocurrido en la redacción de la revista Charlie Hebdo no es un ataque contra la libertad de expresión, es un ataque terrorista puro y duro. ¿Qué puede atentar contra la libertad de expresión? Pues en cierta medida sí pero entonces tendríamos que afirmar que los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas también son un atentado contra la libertad de expresión de esas mujeres. Si sólo nos limitamos a decir eso entonces estaremos ocultando e invisibilizando lo que realmente son en esencia: asesinatos basados en una cultura y comportamientos machistas que van más allá del asesinato puntual de una mujer; en definitiva, “los árboles no nos dejan ver el bosque”. Efectivamente, el trampantojo del ataque a la libertad de expresión (el caso de Charlie Hebdo) tiene ese objetivo, no dejarnos ver el bosque. Corto y pego unos titulares tal cual:

  1. Los periodistas de TVE denuncian «el régimen de provocación y miedo» instaurado por el PP. El Comité de Informativos de la televisión pública emite un comunicado, tras una nutrida asamblea de trabajadores, en el que advierte de que la llegada del año electoral ha agudizado «las purgas» en los informativos de la cadena.
  2. La Audiencia Nacional imputa al humorista Facu Díaz por una parodia sobre el PP. (Finalmente el caso se ha archivado).
  3. Defensa cesa al teniente que publicó un libro narrando presuntas corruptelas en el Ejército.
  4. El PP pretende convertir los escraches más graves en delito de terrorismo.
  5. Loles León, despedida de TVE tras lucir el lazo naranja en apoyo a los trabajadores. La actriz no ha vuelto a ser llamada como tertuliana del programa ‘Amigas y conocidas’ donde participaba diariamente.
  6. El PP cancela una exposición con un cuadro de Rajoy con heces en la cabeza.
  7. El informe de Amnistía Internacional titulado España: el derecho a protestar, amenazado pone de manifiesto los abusos de la policía contra los manifestantes, la falta de rendición de cuentas por esos abusos y la determinación de las autoridades españolas de reforzar una legislación represiva.
  8. Bárcenas sale de la cárcel y justo cuando empieza a hablar del PP Televisión Española corta la emisión en directo.
  9. ¡En 2007 en España!: La Audiencia prohíbe la venta del último número de ‘El Jueves’ por un presunto delito de injurias a la Corona.

En este último caso, ¿recuerda alguien que los líderes de los partidos políticos españoles saliesen a la calle agarrados de las manos exigiendo libertad de expresión? Todos estos son titulares y noticias muy recientes (menos de 1 año). ¿Dónde está el trampantojo?

Slavoj Žižek, filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural de Eslovenia, en su libro “Irak, la tetera prestada”, describe cómo se construyó el discurso oficial de los gobiernos occidentales para justificar ante la Comunidad Internacional y ante sus propios ciudadanos la intervención en Irak que acabó con el régimen de Sadam Hussein. El libro comienza con estas palabras de Hermann Goering, comandante supremo de la Luftwaffe nazi durante los juicios de Nuremberg en 1946: “Por supuesto que la gente no quiere la guerra…, pero después de todo, son los líderes del país los que determinan su política, y siempre es una tarea sencilla arrastrar a la gente… Todo lo que hay que hacer es decirles que los están atacando, y acusar a los pacifistas de falta de patriotismo y de exponer al país al peligro. Funciona igual en cualquier país”.

¿Estamos realmente en peligro? ¿Es el terrorismo yihadista el verdadero y principal problema de Europa? ¿Qué ocurre con la crisis económica? ¿Quién nos empobrece? ¿Quién precariza nuestras condiciones laborales? ¿Quién genera pobreza y exclusión? ¿Quién genera el caldo de cultivo para el resurgir de los movimientos nazis en Europa? ¿Quién aprueba normas para que las grandes fortunas y multinacionales evadan impuestos? ¿Quién mantiene los paraísos fiscales donde por cierto guardan su dinero la inmensa mayoría de los grupos terroristas, traficantes de armas, drogas y proxenetas?

Que nadie se equivoque, el terrorismo yihadista existe y es real. La pregunta es si no existen ya medios para luchar contra esta amenaza. La policía francesa conocía a los asesinos de Charlie Hebdo y los tuvo bajo vigilancia. España ha podido recopilar los movimientos de uno de ellos en nuestro país en apenas dos días. ¿Por qué entonces algunos líderes políticos europeos están planteando suspender el Acuerdo Schengen (supresión de fronteras interiores)? ¿Es por este peligro o, “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, retomamos el control para actuar contra la inmigración, algo que ya pidió Marine Le Pen y otros partidos de extrema derecha europeos tras las emergencias humanitarias en Lampedusa (Italia)?

¿Es necesario en España aprobar leyes que de algún modo restrinjan libertades ciudadanas con la excusa de luchar contra el terrorismo yihadista o hay que empezar por gestionar mejor los recursos que tenemos? Una noticia del 12 de octubre de 2014 de elconfidencial.com decía lo siguiente en su titular: “El nepotismo corroe el CNI [Centro Nacional de Inteligencia español]: hijos, nietos o sobrinos de espías copan el 75% del centro. Apenas hay un 10% de agentes de campo”. En otro punto del artículo se puede leer: “La Casa (el CNI) la conforman 3.500 empleados, el 90% de los cuales realiza labores burocráticas. La descoordinación entre el CNI y las Fuerzas de Seguridad del Estado es cada vez más preocupante”. Vamos, más de lo mismo: dinero público malgastado, corrupción-abuso de poder y mala gestión de los recursos.

El mayor miedo y preocupación de los gobernantes europeos y españoles no es que sus ciudadanos puedan ser víctimas de un atentado yihadista. Afirmarlo sería un acto de hipocresía cuando en España la pobreza energética (o hablando en plata, no tener dinero para pagar la calefacción) causa 7.000 muertes en invierno según asegura el segundo informe “Pobreza energética en España. Análisis de tendencias” (2014), de la Asociación de Ciencias Ambientales (CAC). Lo que realmente preocupa a los gobiernos conservadores europeos es la creciente movilización y descontento ciudadano que se traduce en un incremento exponencial de la conflictividad social y las manifestaciones públicas.

Ahí es donde está el verdadero ataque a la libertad de expresión, cuando los gobiernos tratan de prohibir, limitar o sancionar a los ciudadanos por manifestarse en contra de las políticas de austeridad que los están ahogando y matando literalmente (véanse los enfermos de hepatitis C). La libertad de expresión debe ser aún más sagrada y protegida en los momentos difíciles, cuando hay descontento hacia el Poder, cuando la ciudadanía quiere decir basta, cuando queremos manifestar nuestro hartazgo, cuando los de arriba no miran hacia abajo.

Miedo: esa es la herramienta del déspota, del opresor. Como diría Hermann Goering “todo lo que hay que hacer es decirles que los están atacando”, y en este país somos muy de solucionar las cosas aprobando leyes y prohibiendo, matando moscas a cañonazos. Somos expertos en censura, la Inquisición y la censura franquista nos avalan. Ya tenemos nueva Ley de Seguridad Ciudadana o Ley Antiprotestas.

Hay muchos otros elementos en juego que por falta de espacio no analizaré: los intereses de EE.UU. avalados por las tesis del politólogo neocon Samuel Huntington en su obra El choque de civilizaciones; o los objetivos estratégicos en Oriente Medio de Rusia, Irán, EE.UU., Israel y la UE. El mundo está en una fase de cambio estructural que apenas percibimos pero no debemos permitir que otros decidan sobre nuestro futuro. No a cualquier precio, no a costa de las libertades que consiguieron otros con sus vidas tras siglos de lucha para legárnoslas.

Nota mental: No consigo quitarme de la cabeza la imagen de algunos líderes mundiales con los brazos entrelazados manifestándose por las calles de París. ¿Dónde estaban los antidisturbios para repartir manteca? Hubiese sido todo un acto de justicia poética ver a la Merkel y a Rajoy levantando sus manos al grito de ¡estas son nuestras armas!, mientras recibían porrazos y pelotazos con pelotas de goma “reglamentarias”.

Urko LERCHUNDI, licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Pensamiento Político y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos. 

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