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Cultura

El público de Arahal, «enmorecío» de risa con El último Santo de Manu Sánchez

Música, interpretación, arte, teatro. El espectáculo de Manu Sánchez garantiza casi dos horas y medias llorando de risa

Manu Sánchez en El último Santo.

C. GONZÁLEZ

Fotos: C. RAMÍREZ

¿Saben lo que son dos horas y media sin parar de reír? Con esa pregunta definía el público el espectáculo de El último Santo, de Manu Sánchez, después de salir de la primer función que dio en el Teatro Municipal de Arahal.

Música, interpretación, arte, teatro, espectáculo. Manu Sánchez cogió al público «por el cuello» desde el primer momento anunciando su apocalipsis y presentándose como el responsable de todo lo malo que ocurre en el mundo, incluido el robo de los aldabones en Arahal o la tardanza en inaugurar la piscina. Echó mano también de sus recuerdos del pregón del Verdeo de 2016 cuya preparación lo acercó más a esta localidad; ahora se ha sabido también que él había comprado las polémicas magdalenas que tiró en otro pregón la actriz Cristina Medina. Ya el público sabía lo que le esperaba.

 

 

A partir de ahí, el Teatro se entregó a un guión en el que hubo momentos inesperados hasta para el humorista, momentos en los que se reía de sí mismo o reñía al público por un aplauso a medias. El hilo argumental fue la historia de Jesús contada a su manera, en la que hubo momento de llantos, pero llantos de risa. Historia mezclada con parodias en las que muchos se vieron reflejados, cómo cuando alguien llega borracho a su casa, o cuando a alguien se le pregunta si alguna vez ha ido a un prostíbulo.

Manu Sánchez quiso ser un demonio elegante, reconocedor de la falsedad y la hipocresía de la sociedad, sin abandonar nunca el humor. Crítico ante la historia de los aspectos poco reales de los evangelios que convirtió en parodia. Cómo pudo Dios anunciar una plaga de langostas, hay que ser cruel porque los egipcios esperaban con «las ollas hirviendo» y después en vez de langostas llegaron «grillos». Cómo la madre de Moisés no se mareó mucho la cabeza para ponerle nombre, sólo recurrió al lugar donde lo encontró de bebé río abajo. «Menos mal que no lo metieron en una lata de pintura».

Hubo momentos en los que el público no lo dejaba seguir con los aplausos y las carcajadas. «Mi padre, Dios, tiene muy mala leche cuando se pone». Todo pasó revista, la anunciación, los Reyes Magos, el primer milagro, que hizo «mi hermano Jesús cuando tenía 30 años», convirtió el agua en vino, imaginen la alegría del demonio y del público al ver su reacción. Explicó, a su madera, el pecado original y los diez mandamientos, sobre todo insistiendo en el tiempo que tardó Moisés en escribirlos, «mucha paciencia tuvo mi padre».  Para terminar con los 7 pecados capitales: la envidia, gula, lujuria, pereza, orgullo, ira y avaricia. El peor, «la envidia que es el de los torpes» porque sólo la sufre quienes la sienten.

Dios no paró de anunciar el apocalipsis, «no quedará nadie para estrenar la piscina», pero como corresponde a un demonio elegante, no ocurrió. A cambio sí que terminó con un mensaje de esperanza a lo Coldplay y su «Vive la vida».

Sin duda el público se quedó con ganas de más y no puede repetir porque están todas las entradas vendidas de las dos siguientes sesiones, hoy y mañana. Y Manu Sánchez terminó con una selfie en el Teatro de Arahal y agradeciendo emocionado que el público lo despidiera en pie y con un largo aplauso.

 

 

 

 

 

 

 

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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