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Sociedad

El pequeño homenaje a un gran hombre que sentía pasión por el ciclismo

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C. G.

Arahal

Esta es la historia de un humilde y callado homenaje que han querido hacerle a un hombre, José Manuel Álvarez Cepero, más conocido como Joselito, fallecido recientemente. Otro vecino de Arahal, José Núñez Portillo veía a menudo a Joselito con su bicicleta y, junto con su mujer, muchas veces desayunaba con él en el Restaurante Hispalis, donde paraba antes de seguir su ruta. Porque este empresario tenía una pasión desde la adolescencia, el ciclismo. Siempre lo practicó y, después de jubilarse, durante 13 años ha recorrido 40 kilómetros diarios. En una confluencia de caminos por la que pasaba, se puede ver ya una pequeña escultura de hierro de un hombre encima de la bicicleta, con su nombre grabado.

 

Sus compañeros de pasión verán cuando pasen por este camino,  junto al cortijo de Torrelengua,  la pequeña escultura para recordarlo siempre. ‘Sólo queríamos que los que continúen haciendo esta ruta, recuerden que Joselito llevaba años haciéndola, es un pequeño homenaje, no pretendemos más’, dice José Núñez.

La familia se lo ha agradecido en el alma porque el ciclismo ‘era su pasión’. Y no una pasión reciente. De hecho cuentan que la practicó desde la adolescencia. Ya participó hace casi 60 años en la Vuelta Ciclista a Andalucía, y tienen una foto en blanco y negro para recordarlo. ‘Hizo la mili en Tablada, iba y venía en bicicleta’, cuenta María Eugenia, su hija.

Sin embargo, por lo que más se conocía a Joselito era por una tienda, antiguamente colmado, que regentó durante 40 años. Primero era asesoría en la calle Sevilla, en una antigua casa de vecinos, entonces conocida como El Centro (actualmente hay otra tienda que se llama Comercial Centro). Estuvo allí hasta que pudo comprar un local frente y trasladó su negocio.

Joselito, un hombre de pequeña estatura, acostumbraba a recibir siempre a la clientela detrás del mostrador con una sonrisa. Un mostrador en el que dispensaba muchos productos a cuenta, única forma de vender que antiguamente existía. 40 años de vida laboral.

De hecho Joselito tuvo una buena escuela, fue uno de los dependientes que salió de la tienda de Doña Elisa, la actual ferretería Revilla, el negocio más antiguo que existe en Arahal situado en la calle Doña Luisa. Revilla fue como una antigua escuela del oficio de dependientes, este negocio tuvo aprendices que casi echaron los dientes aprendiendo a estar detrás de un mostrador.

Pero Joselito era más. Era un hombre amable que dedicó parte del tiempo que tenía libre en montar en bicicleta. A veces salía con grupos de ciclistas aficionados como él, otras solo. Lo mismo le daba. Durante los 13 años que disfrutó de su jubilación, hasta que cayó enfermó no hace mucho, se iba temprano y muchas mañanas, a primera hora, se le podía ver en la terraza del restaurante Hispalis, desayunando y dedicando un ratito a la tertulia, antes de seguir por carreteras y caminos hasta completar la ruta.

En estas paradas, fue cuando muchos días coincidió con el matrimonio que, después de su fallecimiento, lo echaron de menos hasta el punto de buscar una empresa que recortara en una máquina oxicorte una pequeña figura de un hombre sobre una bicicleta. La familia ha agradecido el detalle. Sus compañeros ciclistas pasan cada mañana por el lugar. Unas flores recuerdan a Joselito.

 

 

 

Joselito en esta foto está en el centro derecha, uno de los dos que tienen el maillots.

 

 

Ferretería de Revilla o un viaje a la historia del comercio de Arahal

 

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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