Connect with us

Opinión

Los ángeles blancos de Urgencias

Ezequiel Martínez. Periodista y divulgador ambiental.

Un lunes me ingresaron en el Hospital de Valme de Urgencias. Asistí allí a un desfile de la Humanidad enferma. Pensé en algún pasaje del infierno de la Divina Comedia.
Personas en sillas de ruedas, en camillas entubados, acompañadas por un familiar ocupando espacios imposibles en una  sala de urgencias a reventar de personas con caras y restos de dolor, ayes, toses y algún quejido en el ambiente de sufrimiento sobre el que se sobrevuelan rumores, conversaciones e incluso algunas sonrisas y risas ante algún comentario para distraer de la tensa situación de espera, hasta ver tu clave en la pantalla y una consulta de destino.
Allí una enfermera y luego una médica, o médico escucharán que te ocurre y porqué estás allí. Más tarde tu nombre se oirá, por megafonía y un celador te conducirá hacia una sala para hacerte una analitica, y más tarde un TAC o una radiografía si así lo ha estimado el facultativo de turno. Y ahí empezará, el calvario.
Esperas a nuevas indicaciones en la Sala de observación donde no paran de entrar personas a pie o en sillas de ruedas quejándose, o en camillas de un lado para otro, madres con niños o niñas, ancian@s sobre todo, y gente más joven. El de Seguridad llama la atención a una familia que parece gitana, aunque puede ser paya, porque quieren entrar varios acompañantes del paciente cuando solo se permite uno sólo.
La tabla de derechos que impera en los hospitales y centros de salud supera en cuatro veces a los deberes que consagra. Y eso es un error de base, pues el paciente piensa que puede exigir de todo cuando está en el servicio Andaluz de Salud. L@s administrativ@s que atienden al recién llegado, y los celadores y enfermeras no paran de pasar ayudando, trayendo y llevándose a gente de aquí para allá.
Son los primeros Ángeles blancos de las urgencias de un hospital, como en los centros de Atención Primaria lo son también, administrativos, celadores, enfermería y facultativos que son la primera trinchera contra la enfermedad y que está desasistida y falta de medios humanos.
En muchos casos hemos pasado de una atención directa al enfermo dedicándole los diez minutos que pide  la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria y las rigentes en cada Comunidad, como la andaluza, a una consulta telemática donde no hay contacto visual ni puedes explorar y oír directamente al paciente. !Es de locos! Tras las pruebas y ver que el ingreso reviste gravedad te pasan a una sala donde te encamillan y te cuidan los Ángeles blancos, médicas, enfermeras.
Y si se ve la conveniencia te pasan a planta. En mi caso todo un periplo de ambulancias privadas que pueden tardar horas en recogerte para trasladarte a otro centro: Cruz Roja, Hospital Militar, Viamed o al servicio de Radioterapia del Hospital Virgen del Rocío, donde me hicieron un TAC previo a la radio.
Quiero destacar a esas primeras Ángeles de blanco y azul y al equipo joven que me atendió más tarde, de la doctora Inma Rincón que trabaja con equipos sofisticados de última generación que localiza por rayos láser las células o el posible tumor a reducir o destruir.
Tras varios intentos a las nueve de la noche, la incertidumbre dominaba al equipo. Pensé que me dirían con la socorrida frase de Larra: » Vuelva usted mañana», pero no, sabiendo que sobrepasarían su horario, volvieron a reunirse y decidieron probar con otro equipo bajo el que me situaron y tras comprobar milimétrica mente las señas, y tatuajes en el pecho realizados en el TAC, vi sobrevolar sobre mi cabeza varios aparatos que me recordaron escenas de «2001, odisea en el Espacio».
Cuando acabó ésta operación, el equipo entró en la Sala de radiación y me dijeron: !ha salido bien! Nos felicitamos. Y agradecí su entrega y su tiempo extra tocando con mi mano una campana que tienen para tañer el éxito de la operación. Dedicaron más de dos horas extras a mi caso.
Regresé en ambulancia al Valme y a la una y media de la mañana me pasaron de observación a planta de hematología, compartiendo habitación con otro joven José M, enfermo de linfoma, de los Palacios.
Aquí en una planta con algún enfermo recluido por seguridad, nos atienden muy bien las doctoras, las enfermeras, las limpiadoras, mirando los niveles de las perchas medicamentosas, donde se cuelgan en bolsas los tratamientos que cada uno necesita.
Nos cambian la orina, nos dan pastillas, y nos dan de comer, cenar y desayunar, en esta situación privada de libertad, pero con el propósito de sanarnos. Amanece y desde la ventana veo núcleos de pisos y casa blancas de Bellavista, paisajes verdes cerealisticos y olivares.
Y más allá se intuyen las cimas de Grazalema. Cuando estás en mi situación, la primera vez que pernocto en un hospital en mis 74 años de vida, te das cuenta de la importancia de la salud.
Hace unas semanas estuve pateando y gozando en Paris con Ángeles mi esposa, y ahora, ella me acompaña con su cariño y amor pacientemente en este hospital.
Pendientes mi hija, mi yerno, mis hermanos y amigos. Gracias a tod@s, pero ahora necesito calma interior y vivir el aquí y ahora. Yo muy agradecido a estos Ángeles de blanco que cuidan de nosotros en los centros de Salud y en los hospitales con esfuerzos, improvisación y con carencias que saltan a la vista.
A la Junta, y a las demás Comunidades Autónomas, y al Gobierno Central: Aumenten los presupuestos económicos, las plantillas humanas desbordadas con una carga emocional tremenda, aumenten los medios para preservar una de las joyas de la atención y seguridad social españolas: la Sanidad Pública y déjense de experimentos mercantilisticos y ávaros con la Sanidad privada que también tiene que existir, pero no ayudar a anular a este beneficio social y democrático logrado en los últimos decenios y que está en franco declive: La Sanidad y la Educación publicas. Un celador de Trebujena me dijo mientras me trasladaba: «La gente venga a llenar el Betis y las terrazas de los bares, pero cuando hay que manifestarse por salvar la Sanidad Publica, poco. Luego vendrá el llanto y crujir de dientes, cuando perdamos esto y ya no haya remedio».
Me pareció genial para acabar este artículo de un periodista y poeta seriamente enfermo, evocando a Gil de Biedma. !Y saldremos de ésta, sin duda, con aceptación, optimismo, lucha interior y con los avances de la ciencia y la medicina!

Medio digital especializado en la Provincia de Sevilla y comarca. Aionsur.com, comunicación, publicidad y servicios para empresas.

Publicidad
Publicidad

Lo Más Leído Hoy