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Opinión

Finanzas Supremas S.A.

Sevilla

La imagen de las pirámides mayas y aztecas nos podría ilustrar sobre el contenido de este artículo: una pirámide truncada que sustenta otra pirámide truncada a su vez, coronada por  una pirámide, ésta sí, con vértice en su cúspide. Resume gráficamente la Supranacional del Poder S.L. El vértice tiene la suficiente amplitud para albergar a cinco o seis personas (tal vez siete, por el contenido esotérico que se le atribuye a este número).

Una explicación lógica, seguiremos elucubrando, sería la siguiente: la primera base, la más amplia y que soportaría el peso de las otras dos estructuras, estaría compuesta por los plebeyos, la mugrienta pero necesaria clase plebeya, que cumpliría su función de sustentar con su esfuerzo, su trabajo y su oblación a los seres supremos, residentes en la cúspide y a los que pulularían por la pirámide truncada que los pisa. Esta base tiene obligaciones y, supuestamente, derechos: un espejismo para calmar ánimos y atontar rebeldes.

Las sensaciones de libertad que desembocarían, entre otras manifestaciones, en las reivindicaciones que oportunamente planteara este grupo de la plebe, o puta base rastrojera como gustarán llamarla los que estén encima, pretenderían conseguir una falsa autoestima. Así los «dia del trabajo»,  «dia de lucha contra la pobreza», «dia de la mujer», «dia contra la explotación sexual», «dia de lucha contra el trabajo infantil»,  etc, serían válvulas de desahogo, con permiso de los jerarcas. «Que inventen días de… ¿de qué sirven?», dirán los jefes, «¡de poco! Eso sí, tendrán la sensación de ser libres, espejismos de hombres libres, y hasta la impresión de considerarse personas». Ciertamente serviría al menos para que algunos, pocos, tomaran conciencia e iniciaran algo de ejercicio mental: pensar. «También podrán elegir a los que nosotros les digamos», argumentarían los de la cúspide. Es lo que se denominaría y sería conocido como democracia aunque no sea más que un simulacro de la auténtica democracia(demos: pueblo, krátos: poder o gobierno. O sea, democracia: gobierno o poder del pueblo, muy poco que ver con la realidad de las democracias conocidas).

El segundo tronco piramidal estaría compuesto por la clase sacerdotal (en el sentido simbólico del término): políticos, banqueros, dirigentes sociales y religiosos, poderes mediáticos (como medios de comunicación) y estructuras jerarquizadas que garantizarán la viabilidad del sistema (poderes judiciales, legislativos y ejecutivos). Las funciones de esta segunda estructura irían encaminadas a salvaguardar todo el conjunto, aparte de ser garantes de los derechos de la cúspide que lo corona, nunca mejor dicho. A este segundo grupo, a los sirvientes del vértice de la pirámide, se le reconocerán “derechos” dentro de un orden. Sería una servidumbre dorada y domesticada: mansiones lujosas, ostentación de poder y riquezas, blindaje y protección por fueros que los haría inmunes ante las contrariedades … prerrogativas sujetas a su función final: servir a los dioses.

Los deberes de esta clase “sacerdotal” serán claros: ser la maquinaria que fagocite y digiera todo para entregar el producto, limpio de polvo y paja, a los habitantes de la torre de cristal o mejor dicho, del vértice de cristal. Esta segunda estructura, blinda y protege los derechos de los habitantes de la corona de la pirámide. La razón de ser, lo único que dará sentido a este segundo grupo, a esta segunda pirámide truncada: ¡todo por los habitantes del privilegiado y exclusivo Olimpo!

Del vértice de la pirámide que corona toda la estructura, no hay nada que decir: son ellos los que detentan el auténtico poder. No tienen que dar explicaciones ni rendir cuentas ante nadie; son ellos los que exigen explicaciones y los únicos que gozan de derechos reales. Ante ellos no cabe alegato alguno. Son intérpretes supremos y únicos de la moral, de la ética y del derecho a la vida. Su único objetivo: acaparar riqueza; se valdrán para ello del poder y de las religiones.

No será un mal recurso crear una falsa cúspide, por ejemplo un G-7, con unas instrucciones muy claras y que se asemeje a los cinematográficos consejos de la mafia que presidía don Corleone. Será fundamental mantener una falsa discreción ya que sus reuniones lograrán enfurecer a la plebe, en formato antisistema: pura anécdota, o espectáculo, al igual que las doctrinas y países “no alineados”.

Si es preciso se cambian mentalidades, principios, sistemas y relaciones sociales. Lo único que importa: el objetivo inalcanzable de la suprema riqueza. Se pueden ofrecer sucedáneos que atonten a los que están debajo de los habitantes de la cúspide, alcanzables para algunos: vacaciones, buenos coches, viviendas de cierto lujo, etc. Así se adormecen conciencias. Serían los pilares fundamentales del consumo en estado puro.

Se podrían utilizar estructuras en las que incardinar sujetos a los que, previamente, se les borren la ética y la moral, permitiéndoles que vivan con muchos lujos, sin tener que depender de nadie y libres de rendir cuentas. Sería la alta, muy alta clase política y de dirigentes sociales.

Este es el sistema perfecto que rige nuestro mundo, nuestra sociedad, por supuesto que a grandes rasgos. Podríamos matizar con pinceladas de brillante óleo para dar colorido al cuadro y lograr que la visión sea algo más agradable. Pero siempre sería un espejismo, una falsa imagen de la realidad pura y dura: LA SUPRANACIONAL DEL PODER. Hay no obstante, anécdotas que colorean, matizan y suavizan esa realidad, pero no son más que eso: anécdotas.

Como salida para conseguir un final algo esperanzador del relato, por si algún valiente se decide, se puede ofrecer una alternativa: el enemigo no es el que tenemos en la mesa de enfrente; hombre-mujer es un binomio, no un frente enemigo; trabajador-empresario no son enemigos. El enemigo está mucho más alto, en la píramide de la cúspide.

Este podría ser el argumentario para una novela fantástica, aunque a veces la realidad supera a la fantasía.

José Campanario

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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