Un vecino de Arahal fue testigo de un avistamiento a principios de los 80 en la carretera de Morón

Rafael Cabello Fernández.

C.G. AION Arahal

No sabe exactamente el día que ocurrió y mucho menos el año, calcula que sería principios de los 80. Pero lo que vio esa mañana de agosto en la carretera de Morón cambió su vida. Años después, el Ministerio de Defensa da a conocer los 80 expedientes de avistamientos, publicación que para Rafael Cabello Fernández ha sido como un balón de oxígeno. Él sabe que muchos como él han visto objetos volantes no identificados (ovnis), incluso cuenta que conoce a gente que ha sido abducida, pero siempre se encuentra con la incredulidad de los demás.

«Iba en el tractor por la carretera de Morón, acompañado de otro amigo, yo conducía. Era la hora esa en la que el sol está a punto de salir. Cuando llegué a la altura de donde antiguamente había un agujero, casi frente de la Huerta de las Monjas, al subir la que se llama Cuesta de Malasmañanas, un fuerte resplandor nos sorprendió, era como si estuviese saliendo el sol», empieza contando Rafael.

Ese día él iba a trabajar al campo, hasta ese momento nunca había tenido una experiencia de este tipo ni la había pensado. Llegó con el tractor hasta una zona que antes estaba cubierta de árboles, concretamente morales, a uno y otro lado de la carretera. Al ver esa luz intensa paró el tractor, en lo alto de la cuesta. Su compañero se asustó y se quería ir y «de pronto», casi en silencio, la luz se posó arriba de los árboles y, por tanto, arriba de donde él estaba, «entre las hojas de los árboles, era un objeto grande, estático, desprendía una luz de color azulado y, por momentos, anaranjado».

Rafael Cabello Fernández junto al lugar del avistamiento. Foto: AION.

Dice que duraría «quizás un minuto» y, de repente, salió disparado para el cielo, «fue visto y no visto». Se quedó inmóvil, su compañero asustado queriendo dar marcha atrás. «Pero fuera lo que fuera, ya se había ido». Su propia incredulidad lo hizo mirar hacia donde el objeto había estado posado, un agujero de donde sacaron piedras para construir la A92. «Allí no había nada, pensé en principio, antes de que se pusiera en lo alto, que era un tractor con una cuba sacando agua, porque de allí se cogía entonces agua para el riego». Pero no, está seguro de lo que vio.

Sólo ha sido una vez, pero marcó su vida para siempre. Estuvo todo el día trabajando en el campo, pensando en volver y comprobar sobre el terreno si había alguna señal o algo, pero terminó demasiado tarde y salió por otra carretera diferente.

Desde entonces, Rafael Cabello lee todo lo que puede sobre el fenómeno ovni, escucha los programas realizados por Iker Jiménez y otros periodistas especializados en el tema, además los tienes grabados en su móvil. Se ha convertido en un ufólogo convencido de que lo que vio no era una avión, ni nada parecido, sino algo que no era de la tierra.

Asiste desde entonces a algunas quedadas para avistamientos con otros ufólogos en distintos puntos de Andalucía, aquellos en los que no haya contaminación lumínica, lejos por tanto de poblaciones, y el día que no hay luna llena. Y cuenta que estos grupos se comunican entre ellos desde diferentes zonas de España, Galicia, Cataluña, Andalucía. Una de las zonas más cercanas donde se realizan estas quedadas está en el pantano que hay junto al Palmar de Troya, cerca de Utrera.

Los ufólogos saben cuando «esa luz extraña» es un satélite o no y van siguiendo la trayectoria porque, estos objetos no siempre se acercan a la superficie de la tierra. Rafael Cabello cuenta que la base aérea de Morón también es un lugar en el que se han registrado testimonios de avistamientos entre los mismos militares. Algunos recogidos en los expedientes que hace unos días publicó el Ministerio de Defensa.