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Cultura

Calle Cervantes: Volver al origen de los tiempos del comercio de Arahal

PRIMERA PARTE: SOBRE LA CALLE CERVANTES

Calle Cervantes en la actualidad. Foto: A.I.

C.GONÁLEZ @verbigracia_6

Fotos y documentación cedidas por: Alfonso Pereira

Entrar en la calle Cervantes es como volver al origen de los tiempos del comercio en Arahal. Esta calle fue durante más de medio siglo centro neurálgico de las compras  de tejidos y artículos de mercería, lideradas por los negocios de Antonio Domínguez y Miguel Maldonado que consiguieron marcar una época en la que comprar al por menor era casi una religión. Contar su historia es adentrarse en la vida de estas dos familias.

Esta es la foto más antigua de Antonio y Manuel Dominguez Párraga. La tienda se fundó sobre 1920 por su padre. Antonio Domínguez Gómez.

Cuando Aurora Ramos llegó a Arahal desde Argentina, su hija Pilar tenía nueve meses. Se había casado con sólo 15 años, con Antonio Domínguez Párraga, un español que emigró para trabajar en un almacén de ropa al otro lado del Atlántico. “En este pueblo me han tratado tan bien que jamás he añorado mi tierra”, comenta esta anciana de pelo blanco que a sus 85 años recuerda con nitidez parte de la historia de la tienda que fundó su suegro (sobre 1920) y, después, su marido y ella mantuvieron durante más de 45 años.

Dependientas de la tienda de Antonio Domíguez.

Hoy del lugar exacto del negocio queda un escaparate vacio. Los hijos, Antonio y Jesús,  se han repartido en dos comercios, también en la misma calle, dedicados, cómo no, al sector textil.  “He tenido abierto durante una temporada un negocio de chucherías y al final he vuelto a los tejidos”, comenta Jesús Domínguez Ramos.  Forman la tercera generación de una familia que vendía telas y ropa “compra hecha” en su establecimiento, situado en todo el centro de la calle Cervantes.

La tienda, en un primer momento, se llamaba “Las Niñas” porque trabajaban las 5 hermanas de Antonio Domínguez,  Ángeles, Herminia, Carmen, Antonia y Gume. Hoy han pasado al blanco y negro de una Memoria Visual que recopila desde hace años uno de sus sobrinos nietos, Alfonso Pereira Domínguez.

Escalones de madera

La calle Cervantes va unida a la historia de sus vecinos. Familias que el tiempo cambió, como no podía ser de otra manera. Pero cuyas historias cuentan la idiosincrasia de parte de un pueblo. Antonio Domínguez Gómez fundador de la tiendas de “Las niñas”, decide seguir adelante con ella cuando sus hermanas, una vez casadas, emprenden sus propios caminos. Dos de ellas no se van muy lejos. Gume Domínguez regentará la tienda que hoy en día es de Manuel “Quito”, en la misma esquina de la calle Cervantes. Y Antonia se casa con Antonio Brenes y se ocupa de la recordada mercería de La Fama, a la que se accedía subiendo dos escalones de madera, en la acera de enfrente pero más cerca de la Plaza de la Corredera.

Antonia estaba detrás del mostrador, a veces también su marido.  Se podía comprar desde botones hasta libros, pasamanería, elásticos, corchetes, medias, todo tipo de agujas. La Fama por sí sola tiene una historia. Ahora, en ese mismo lugar, hay una moderna tienda de ropa infantil, Los Escalones. Precisamente el propietario es Jesús Domínguez Ramos,  sobrino de Antonia. “Cuando compré esta casa me ilusionó porque pertenecía a una parte de familia. La tienda La Fama era la imagen, pero detrás había una casa con cuadras incluidas”, cuenta.

En la foto se ven los estragos del incendio ocurrido en 1967.

Los dos sucesos que marcaron el tiempo en esos años ocurrieron en la tienda de Antonio Domínguez, padre de los regentes de los negocios actuales. El 18 de abril de 1963, jueves, pasada la una de la tarde, se derrumbó la primera planta de la tienda. Aurora, embarazada de unos 7 meses, y el cura Don Víctor Guerrero, quedaron atrapados dentro. Las dependientas al sentir el estruendo salieron corriendo para la calle. La propietaria se refugió en el escaparate de donde fue rescatada rompiendo el cristal, según la crónica de ABC de esos días. La suerte quiso que una viga que quedó atravesada permitiera a esta mujer resguardarse en un hueco y sobrevivir.

“Vino el alcalde, Gabriel Mengíbar y me preguntó quién había en la tienda y le dije el cura y yo, ¿no lo sientes quejarse?” explica esta mujer que no quiere dejar pasar la ocasión para insistir en lo bien que lo han tratado en este pueblo. El cura se hizo sólo una pequeña herida en la cabeza, fue rescatado de entre los escombros y las telas.

«¡Cuántas veces me has dado de comer!»

Aurora Ramos sale poco a la calle, pero cada vez que lo hace, encuentra alguna vecina que la saluda con cariño, la besa y la abraza. “Hace unos días se vino a una mujer para mí y me dijo “¡cuántas veces me has dado de comer!” y yo le dije yoooo, la señora me respondió que había vestido a sus hijas con la tela que me compraba pagando poco a poco y, entonces, le deje claro que quién me había dado de comer era ella a mí, no al contrario. Yo sólo le di facilidades”. Sencillez, sensatez y sabiduría en 85 años de trato con la sociedad de Arahal a la que le agradece poder haber criado a sus cinco hijos: Pilar, Cristina, Chelo, Antonio y Jesús.

El segundo episodio que aun recuerdan los más mayores, ocurrió el 12 de julio de 1967, a las once de la noche, pocos días antes de las fiestas patronales. Un incendio, cuyo origen fue un cortocircuito, destrozó el establecimiento y parte de la vivienda. Según testimonios periodísticos recogidos por Alfonso Pereira en su blog, memoriavisualdearahal.com, para apagarlo acudieron los Servicios de Extinción de Incendios de las fuerzas norteamericanas de la Base de Morón.

Después de este incendio, la tienda se reformó  y así ha llegado hasta nuestros días. Fue la primera tienda moderna de la calle, con doble planta y completamente equipada para el género que vendía. En la actualidad, sigue ofreciendo la mejor tela para las túnicas de nazarenos y todos los complementos necesarios.

Pero ahora es uno de sus hijos, Antonio Domínguez, en un local contiguo, el que atiende a las clientas, algunas llevan décadas comprando allí. Hasta esta Semana Santa, se podía entrar en el antiguo establecimiento cuyo interior guardaba la estética de los almacenes añejos del centro de Sevilla y el olor peculiar al tergal, razo, nailon, crepe o franela.

Ahora forma parte de una calle que dejó hace años de ser el centro neurálgico de compras de Arahal, al igual que lo fuera el barrio contiguo de la Plaza Vieja. A su amparo han surgido nuevos establecimientos de terceras generaciones de comerciantes como La X, que queda para otro reportaje. Pero también los locales que quedaron vacios, se han alquilado a inmigrantes de otros países con su cultural comercial de venta. Variedad de productos a bajos precios que durante las dos últimas décadas han sido un boom, no sólo en Arahal sino en todo el territorio español.

La cultura del comercio familiar que sigue con negocios abiertos en esta calle sobrevive a los tiempos de la compra abundante y rápida apostando por la calidad, al igual que sus antepasados.

Porque lo que fue tanto y tan bien, no puede dejar de ser ni pasar desapercibido.

 

 

Periodista. Directora y editora de aionsur.com desde 2012. Corresponsal Campiña y Sierra Sur de ABC y responsable de textos de pitagorasfotos.com

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