Andalucía
Cruz Roja apoya a 12.300 solicitantes de protección internacional y temporal en Andalucía
Más de 163.220 solicitudes de protección internacional se presentaron en España en 2023 por personas que huyeron de la persecución y cuyas vidas estaban en peligro. Un récord histórico que refleja una tendencia al alza que solo fue interrumpida por la pandemia de Covid-19 y que sitúa a España como el tercer país europeo con más peticiones, solo por detrás de Alemania y Francia.
Así lo recuerda Cruz Roja con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas (el 20 de junio), que bajo el lema “Las Personas Refugiadas Suman”, quiere destacar la enorme contribución de este colectivo a nuestra sociedad.
“Las personas refugiadas contribuyen con la sociedad, de ahí que la lucha contra la discriminación, el racismo y la xenofobia y la promoción de la cohesión social sean fundamentales. La diversidad es una ventaja para el desarrollo social, cultural y económico de cualquier lugar”, explica Paqui Castillo, directora del programa de Solicitantes de Protección de Cruz Roja en Andalucía. “Las personas migrantes siempre suman, sea gracias a sus contribuciones socioculturales o al desarrollo económico y la prestación de servicios a los que también aportan”.
En los últimos años, Cruz Roja ha reforzado su compromiso con las personas refugiadas, incrementando recursos y equipos para dar respuesta al aumento de las solicitudes de protección. Durante 2023 atendió a casi 51.180 personas solicitantes de protección internacional y temporal. En Andalucía, el número de personas atendidas fue de 12.360.
El perfil de las personas refugiadas atendidas por Cruz Roja es muy diverso: los principales países de procedencia son Ucrania (35%), Colombia (13%), Venezuela (13%), Mali, Afganistán, Perú y Marruecos (4%). Los hombres representan el 53% de los solicitantes, mientras que las mujeres constituyen el 47%, con un 19% de menores de edad.
El programa de atención a personas refugiadas de Cruz Roja cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estado de Migraciones y la colaboración de otras administraciones públicas.
De clases de español a apoyo psicológico
Cruz Roja les proporciona mucho más que manutención y alojamiento. La institución ofrece una atención integral, que incluye asistencia jurídica para la solicitud de la protección internacional, acompañamiento social y atención psicológica esencial en personas que viven todo un proceso de pérdida: viven el llamado “duelo migratorio”, al dejar atrás su hogar y a sus familiares, sus pertenencias, pero también sus costumbres y su identidad.
“Nuestro objetivo es potenciar la autonomía, dignidad y bienestar de las personas solicitantes de protección. Les acompañamos en todo el proceso y facilitamos herramientas personales y sociales para que sean más resilientes”, explica Paqui Castillo.
Igualmente, Cruz Roja impulsa la inmersión lingüística, vital para la inserción social y laboral, y ofrece servicios de traducción e interpretación. Además, apoya en trámites administrativos, como empadronamiento y escolarización, facilitando la integración en la sociedad.
La organización también sensibiliza a entidades y población sobre la necesidad de una vivienda digna para migrantes y refugiados, desmantela prejuicios y promueve la convivencia. Y es que promover el diálogo, la comprensión y la confianza entre las personas refugiadas y las comunidades es fundamental para garantizar la cohesión social.
Cruz Roja ha analizado cómo es la salud mental de las personas que se han visto obligadas a migrar, en un estudio reciente en el que han participado más de mil personas. Este estudio revela que el empleo es un factor esencial para recudir los riesgos y afectaciones, ya que aporta protección y e independencia económica; el apoyo familiar en general (ya sea en la distancia desde el país de origen o a su llegada) y la vinculación emocional con la familia es otra de las claves, junto a los hábitos y estilo de vida saludables (donde se incluye la actividad física, la alimentación, la higiene de sueño y la salud afectiva y sexual como práctica de una relación libre de violencia, sexualidad sana y vivida libremente que implica también el sentirse querido o querida en el entorno de acogida y el sentimiento de pertenencia a un grupo de manera emocional, lejos del abuso o la trata). Los factores que más protegen la salud mental migratoria se complementan con las prácticas espirituales, la educación y la formación, las habilidades sociales, y el apoyo de la red social.
Un empleo en un nuevo país
inserción laboral para una persona refugiada significa el acceso a un empleo digno y estable en el país de acogida, lo que tiene un impacto profundo y positivo en su autonomía económica, su integración social, su desarrollo profesional y personal, su estabilidad y seguridad, dignidad y confianza, y, en definitiva, la reconstrucción de su vida después de la experiencia de huir de su país. El empleo ayuda a dejar atrás el pasado traumático y mirar hacia adelante con esperanza. Sin embargo, llegar a este momento vital conlleva un proceso largo de orientación, capacitación, formación, homologación de títulos, búsqueda de empleo… Un total de 5.878 personas solicitantes de protección internacional recibieron este tipo de asistencia, de las cuales el 32% accedió a un empleo gracias al apoyo de Cruz Roja.
Cruz Roja aprovecha la celebración del Día Mundial de las Personas Refugiadas para lanzar un mensaje de integración y sensibilización: “Es fundamental que las sociedades de acogida combatan la discriminación hacia las personas migrantes y rechacen los discursos de odio, con iniciativas que impulsen la convivencia y la cohesión social”, explican desde la Organización Humanitaria. Para llevar este mensaje a la ciudadanía, Cruz Roja ha organizado a lo largo del mes multitud de actividades de concienciación, que pretenden acercar la realidad de las personas refugiadas a la población a través de la cultura y de historias de vida:
Sebastián, Colombia
Sebastián era analista de sistemas en Colombia, trabajaba en la principal universidad del país, pero huyó de su hogar hasta España tras recibir varias extorsiones de guerrillas, que controlaban la ciudad donde vivía. “Yo aquí tengo familia, entonces al ver las circunstancias y la situación, me puse en contacto con mi tía, y nos dijo que sí. Sebastián reconoce que a su llegada “todo es muy bonito”, pero que el proceso para solicitar la protección “es un poco complejo” y hay que dedicarle “mucha mucha paciencia”. Hay que estar calmado, no estresarse, no caer en depresión. Yo me demoré más o menos 9 meses solicitándola”.
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